Un diseño al filo de lo imposible. Así define Apple al nuevo iMac. Y no le falta razón. Los bordes de tan sólo 5mm hacen que realmente digamos wow al verlo por primera vez físicamente.
Pero un diseño sobresaliente no ha evitado las críticas por parte de muchos usuarios. ¿El motivo? Pues el propio diseño. Y es que hemos perdido algo que antes ya era complicado, poder acceder fácilmente a determinados componentes para su reparación o simplemente ampliación. Ahora que ya hemos visto sus tripas es cuando puedo opinar con más datos sobre el nuevo iMac y el iMac que me hubiese gustado ver.
El nuevo diseño, más monoplaza que nunca
Como pudimos saber tras los primeros despieces la memoria y resto de componentes no van soldados. Algo que realmente nos gustó comprobar, sobre todo para el modelo de 21,5 pulgadas que por la falta de información en la web de Apple nos hacía pensar que no sería así y heredaría esa característica de ram soldada en placa del MacBook Air.
Todo un inconveniente si en un futuro queríamos ampliar. No podríamos, obligándonos a tener claro si queremos aumentar la RAM o no. Pagando el precio que Apple establece para “sus” memorias. El cual, ya sabemos que es desproporcionado.
Sigamos. Como la anterior generación, acceder al interior y sus componente sólo es posible desmontando la pantalla. Si antes era complicado ahora no es mucho más ya que por ejemplo no hay tornillos que quitar pero sí una dificultad extra, la pantalla está sujeta mediante un adhesivo que también evita la entrada de polvo.
Si la desmontamos tendremos que volver a “reutilizar” el mismo adhesivo. Y seguro que algunas zonas quedan menos fijadas. Por lo que adquirir cinta adhesiva de doble cara o alguno de los kit que seguro algún fabricante comercializará será casi imprescindible. Sobre todo si no queremos que con algún movimiento la pantalla haga plof!! contra la mesa. Como veis, un detalle que resulta un contratiempo en muchos aspectos.
Es un iMac vale pero también un sobremesa
El iMac es el todo en uno de Apple. Posiblemente el más famoso del mercado y que aún sigue sorprendiendo a quien lo ve por primera vez. Preguntando siempre, “vale pero ¿y la torre?“
Disponer de todo en la misma pantalla es tan cómodo que sólo cuando tienes uno lo compruebas. Es increíble, todo en la misma pantalla. Libre de cables que cuelgan y se enredan, de una torre que ya no sabes donde colocar, si en el suelo, en la mesa, de lado, tumbada, etc.
Pero ojo, sigue siendo un sobremesa y como tal se espera que sea más potente que un portátil. El iMac lo es pero pierde características que un PC sobremesa siempre ha tenido. Nada de ranuras para ampliaciones, acceso a su disco duro, ram, gráfica, etc… de forma más o menos cómoda.
Es cierto que en los modelos anteriores y en el nuevo iMac de 27” tenemos una ranura que nos da acceso a la RAM. Genial, en dichos modelos podemos plantearnos ampliar la memoria cuando más nos interese (por necesidad dentro de un par de años o reparación) y seguir disfrutando de un buen equipo. Pero nos gustaría algo más. No las mismas opciones de un Mac Pro pero si al menos acceder fácilmente al disco duro.
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